Este sabado nos acercamos a Salientes con la intención de catar el nieve polvo caído en estas ultimas semanas en nuestras queridas montañas; daban sol y nos encontrabamos con ganas y energía así que, ¿qué mejor manera de pasar el día?
Salimos de un helado Salientes a las 10 de la mañana, el termómetro marcaba -3ºC pero la ausencia de viento hacía que la temperatura fuese muy agradable al sol.
Como nos olvidamos los güetres en el coche, Hugo bajó en una carrera a por ellos y se trajo de vuelta el archi-conocido perro de la casa rural de Salientes, Babú, con quien ya habíamos compartido una ruta el año pasado cuando subimos al Nevadín. El perro nos vino de perlas ya que habíamos dejado a Gora en casa (la nieve le va fatal a sus pobres pezuñas de galgo) y echabamos de menos tener un canino con nosotros.
Llegado el momento en que la nieve se hizo mas profunda, nos calzamos las pesadas raquetas y seguimos ascendiendo por el camino que nos llevaría al alto de Portillín. Desde el pueblo se acumula aproximadamente 600m de desnivel hasta este alto que separa los valles de Salientes y Vivero.
Mientras subía miraba el cordal del Tambarón con cierto recelo al ver como el aire, que donde nosotros estabamos era inexistente, levantaba la nieve y hacía remolinos...

Llegamos al alto y giramos hacia nuestra derecha para subir y coger el cordal que nos llevaría al Tambarón; como no, había una alambrada delimitando valles que nos haría de sendero hacia el pico, no había mas que seguirla...
Babú que nos había guiado en todo momento no estaba tan convencido ya que aquí la nieve era mucho mas profunda, y de un polvo perfecto en la cual el se hundía hasta la barriga. El cabrón decidió que era el momento de que otro abriera huella.
Al llegar al cordal comenzamos a disfrutar de las maravillosas vistas que esta zona comprendida entre Laciana, las Omañas y el Bierzo te ofrecen....
...y de un gélido viento que azotaba sin gracia...
...rapidamente nos pusimos toda la ropa que traíamos y comenzamos a remontar las ultimas dos palas que nos separaban de la cumbre.
Cuando llegamos a la llanura justo antes de la ultima pendiente decidimos que para hoy era suficiente..me daba rabia quedarme a escasos metros de la cumbre pero el viento cada vez soplaba con mas fuerza, incluso haciendome tambalear, Babú apoyó mi inciativa refugiandose como podía entre unas rocas.
La vuelta lo hicimos tan rapido como podíamos, intentando salir del cordal tan expuesto al aire cuanto antes, parando solo brevemente para ver en el horizonte las Ubiñas y las montañas que tan frecuentemente visitamos.
Descendimos hasta la cabaña que vimos al subir para tomar descanso y comer, con la tontería eran las 3 de la tarde y el hambre ya no daba tregua.
Y la vuelta con alguna pequeña variación fue por el mismo valle que por donde subimos...y aquí acaba el relato del Tambarón.
Babú se comportó como un perro guía excepcional, incluso nos acompañó a la salida del pueblo y le prometimos volver para compartir mas jornadas montañeras con el, trayendo para la siguiente su pretendiente Gora...si es que mires donde mires hay mas montañas llamandonos...
Y por la carretera de vuelta vimos este atrevido habitante del bosque que no le importo que le retrataramos a escasos metros de el!
Aquí dejo el enlace al track de la ruta y una preciosa panorámica de solo la mitad de lo que pudimos disfrutar ahí arriba.