Cuando en lo alto de la montaña esta un amigo, es mas fácil subir

El Susarón

Ruta realizada el 24 de Abril.

Menuda Semana Santa tan pasada por agua, así no hay quien salga al monte!

Aún así, aprovechando la mejora que daban para el domingo, organizamos una escapada rápida a Puebla de Lillo para subir el imponente y desafiante Susarón. En lo que va de año ya iban dos veces que acababamos en los alrededores de Lillo y en ambas ocasiones nuestras miradas se desviaban hacia la montaña al pasar cerca del Porma, siendo imposible no desear coronar su cima.

Llegó su hora y 9 intrepidos aficionados a la montaña decidimos que no había mejor manera de pasar el Domingo de Semana Santa que adueñandonos de la cumbre del Susarón.

El día amaneció algo más oscuro que lo anunciado en el parte meterologico, pero con la esperanza de que mejorase llegamos a Puebla de Lillo cerca de las 10 de la mañana.
Tras un rápido café en el único bar del pueblo abierto a esas horas (y mira que hay bares Lillo!), enfundados en nuestros chuvasqueros-propaganda, iniciamos la marcha.



La ruta comienza en el margen izquierdo del río, basta con cruzar uno de los puentes y andar en dirección hacía las montañas para encontrarte con el camino.
La primera parte de la ruta es por un camino ancho y algo embarrado por la lluvias de los últimos días.
El camino lo dejamos una vez que llegamos a la tan mencionada caseta de chapa, conocida por su belleza y utilidad.



En este punto del recorrido nos metemos por un vallecito estrecho - una canal - cuya pendiente ya empieza a exigirnos más concentración.



Este canal termina en una zona más aplanada que se puede considerar la base de la subida de pico Susarón.



El tiempo no nos acompañaba mucho y aunque sabíamos que el pico nos quedaba a mano izquierda no llegamos a verla en ningún momento.
Tras un breve descanso protegidos del viento y la lluvia por una rocas, iniciamos la ultima parte de la subida.



Al desviarnos un poco para protegernos del viento nos separamos del sendero marcado para subir por la ruta habitual, pero como veíamos en el GPS que estabamos cerca seguimos con la convicción que pronto nos cruzaríamos con el sendero "hitado" para luego seguir la ascensión por la ruta más comoda para llegar a la cumbre. Y en realidad fué asi pero no sin antes tener que subir una zona de mayor pendiente, vernoslas con las rocas sueltas y mojadas e incluso enfrentarnos a alguna zona donde apoyar las manos era más una necesidad que una elección; todo ello amenizado por un viento frío y racheado, y una niebla que no te permitía ver ni nuestro destino ni nuestro origen.



La realidad es que no perdimos la dirección ni la esperanza gracias a nuestro GPS, que sin el definitivamente no nos hubiesemos atrevido a subir una montaña en esas condicciones.

Llegado a la antecima hubo un momento de duda al ver la cresta tan expuesta que nos separada de la cumbre, pero al darnos cuenta que se evitaba subiendo a mano derecha (y ya de paso refugiandonos un poco del gélido viento) decidimos dar los últimos pasos que nos separaban de lograr un nuevo objetivo.



En la cumbre paramos lo suficiente para sacar las fotos de rigor y soltar un poquito de adrenalina acumulada en la subida, pero poco más se podía hacer ahí en un día como el de ayer, y rapidamente descentimos por la senda bien marcada con hitos y marcas amarillas que no supimos encontrar a la subida.





Antes de las tres de la tarde ya estabmos todos sentados en la parada del bus, tapados de la incesante lluvia, comiendo nuestros bocadillos y disfrutando de la sensación que haber logrado una nueva cima; logro que por lo menos para mi tiene sabor de verdadera victoria por haber alcanzado la cumbre a pesar de las inclemencias meterologicas y nuestros habituales fallos de orientación.

Y claro, debido a la niebla nos perdimos las excepcionales vistas que la cima nos hubiese ofrecido, y como dice Laura, habrá que volver a subir...

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